A mediados del siglo pasado, pocos años después de la demolición de las arcadas que contenían el antiguo mercado, ubicado en la Plaza mayor, se empezó la construcción del local destinado a un nuevo mercado, el cual fue terminado en 1873, en los terrenos en que se hallaban en la época colonial los padres dominicos, cuyo convento fue demolido para realizar la obra, también se hallaba en los alrededores en antiguo reloj de sol donado a la ciudad por el sabio naturalista Alejandro Humboldt, cuando estuvo en estas tierras haciendo exploraciones científicas patrocinadas por el rey de España.
El Mercado de San Jacinto era el único mercado grande de la ciudad donde las fámulas caraqueñas adquirían todo lo necesario para la elaboración de los tres platos del día, con apenas un “fuerte” .
A la entrada del Mercado se hallaba un kiosko, donde se conseguía gran variedad de flores del valle de Caracas y otras traídas desde Galipán.
La distribución interior del mercado se podría describir de la siguiente manera; primero el sitio destinado a la venta de frutas piñas, cambures, lechosas, mangos, patilla, melones, por nombrar solo las más abundantes y las de mejor calidad, además se vendían naranjas a treinta céntimos la docena, entonces Venezuela era un País netamente agrícola.
Entre las fruterías más célebres se hallaba la de los “Hermanos Natera”, Carmen, Angel y Julio Natera. También había dos fruterías de mediana categoría la “Royal” y “La Caraqueña”.
Imagen de Ora Chapellin
1944
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En el tercer salón quedaba la venta de carnes y aves, a precios baratos que hoy nos parecerían de fábula. Por ejemplo el kilo de lomito a dos bolívares, el lagarto a real el kilo; la punta de trasero a Bs.1, 20 el Kilo; luego por último quedaban las pescaderías donde se vendían toda clases de animales del mar, tales como mariscos, pescados, camarones etc.
Salgamos del Mercado para contemplar “La Playa”; en primer término observamos a numerosos inmigrantes italianos con sus máquinas de amolar, también hay una que otra imprenta, un poco más allá se sitúan los burros con sus cargas traídas desde las haciendas cercanas. Algunos de los productos eran entre tantos, las caraotas negras traídas de Chacao y cuyo precio era cuarenticinco [sic] céntimos por kilo; de Galipán traían los famosos duraznos blancos, los sabrosísimos duraznos muyar y las famosas naranjas galipaneras… De Guarenas traían aguacates y naranjas; de El Hatillo se traían quesos de cabra y de mano, también se transportaba leche de cabra y de vaca.
En “La Playa” habían pequeñas librerías ambulantes desde los chiquitillos de la época adquirían las aventuras de Sandokan, el tigre de la Malasia, las de Buffalo Bill, obras de Salgari y de Julio Verne y otros. Frente a la Playa del Mercado se hallaban los famosos botiquines como “La Atarraya” donde se vendían licores de berro, naranjada fruta de burro, tapadas todas estas con hojas de limón. El establecimiento de Aquilino Correa. “El Gato Negro”, de Luís Carro; “El Botiquín de La Playa”, sitio donde vendían licores de menor categoría como aguardiente y ron. También se encontraba frente a la Playa la tabacalería de Vicente López y Cía.
Nos acercamos a la Plaza Del Venezolano, donde un hombre con una culebra enroscada en el cuello anuncia la venta de un producto, con el cual garantizaba que desaparecerían los callos, también el famoso payaso y cómico Cantalicio “el feo”, tenían un pequeño puesto de ventas de pomada para las pecas.
A pocos metros de éste y casi al pie de la estatua de Antonio Leocadio Guzmán se ubican los vendedores de pájaros con sus jaulas repletas de estas aves, entre los cuales se encontraban arrendajos, paraulatas, turpiales, gonzalitos y los hermosos cardenales.
También por estos mismos sitos habían unos fonógrafos, donde uno metía un real para oír : “me gustan todas, me gustan todas, pero la rubia, pero la rubia me gusta más …”
A las doce cesaban las actividades dentro del mercado y los establecimientos vecinos comenzaban su verdadero auge, entre estos se encontraban “ La Nueva Forma”; “La Mina”; “Liverpool”: “El Gallo de Oro” ; “La Bota Colorada”; “El Louvre”; “La Estrella de Oro”; “Saint Louis”; Los Bancos Caracas y Venezuela; “La Vela de Oro” ; las ferretería “El Pasaje”; “El Casquillo de Oro”; los restaurantes “El Toro” y “El Faro”; por estos mismos lugares comenzó sus actividades la fábrica de café “La Hacienda”.
El mercado además de ser punto de referencia, tanto para caraqueños, como para los que no eran, servía de centro de tertulia donde se reunían cómicos de la talla de Saavedra y Guinand; intelectuales con la mentalidad de Job Pim y Leo; toreros de la fama de Sananes y Manforte.
El ocaso del Mercado de San Jacinto comenzó en 1948 y terminó a finales de 1953, lo único que se pudo conservar fue el reloj de Piedra.
Fuente : La Caracas de Aquellos Tiempos de Jose Veloso Saad
Recopilado por Maria Siguillo para el Blogs Caracas en Retrospectiva
Foto de Carlos Moller
Revista Elite 1933
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Saludos a todos. La primera imagen (la de OraChapellin) hay una impresición en la fecha. El Mercado de San Jacinto fue demolido a finales de 1951. La imagen puede ser más bien despues de 1952 o 1954 y no de 1944 que todavia estaba en función.
ResponderBorrarGracias Renny, la recopilación la realizo Maria Siguillo, y el pie de pagina es de la revista donde se recopilo la imagen. Un abrazo
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